La humanidad ha estado en constante transformación de su entorno con el fin de mejorar sus condiciones de vida. Desde la revolución industrial, se le dio mayor prioridad al desarrollo económico y tecnológico, conllevando a la difusión de nuevas técnicas industriales y productivas que permitieran alcanzar un adecuado desarrollo. Sin embargo, esta visión trajo consigo un desmejoramiento paulatino de la calidad de vida de la población, lo que ocasionó a su vez condiciones sociales y laborales inestables, que afectaron en mayor medida a la población trabajadora. A mediados del siglo XX, gracias a la influencia de los movimientos y escuelas humanistas, se generó la necesidad de trazar estrategias que pudiesen solventar esta situación histórica desde diversas perspectivas tanto sociales, como políticas, económicas y laborales.