Planificación linguistica del estatus de la lengua de señas colombiana en un escenario educativo de básica secundaria y media en donde convergen individuos pertenecientes a las comunidades sorda y oyente: desarrollo de la etapa diagnóstico
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Resumen en español
La presencia de los Sordos, usuarios de la Lengua de Señas Colombiana (LSC), en los contextos educativos de básica secundaria y media ha pasado progresivamente de la invisibilidad a la que fueron sometidos durante muchos años hacia su reconocimiento y visibilidad. Esta transición ha tenido una fuerte relación con las concepciones sobre la sordera y la persona sorda; una de las concepciones que más ha prevalecido ha sido la clínico-terapéutica, cuya perspectiva se orientó hacia la normalización de la persona sorda para poderla integrar al mundo de los oyentes usuarios de la lengua oral 1. Expresiones de esta concepción han prevalecido durante muchas décadas traduciéndose en un perfil de estudiante Sordo en la básica secundaria y media asimilada a la comunidad oyente por ser usuario del castellano. A pesar de todo, la lengua de señas ha perdurado en el seno de las comunidades sordas de tal forma que los Sordos usuarios de la LSC también han llegado a la básica secundaria desde hace varias décadas. Desde experiencias individuales, la presencia de estos no lograba impactar la dinámica escolar, máxime si a pesar de llegar con una lengua que les permitía su desarrollo académico, se enfrentaban a un currículo en una lengua diferente, es decir en castellano. En estas condiciones, el fracaso o éxito se depositaba plenamente en los estudiantes Sordos (Colombia. INSOR 1998). La presencia de los Sordos en este escenario social se hizo más visible en Colombia en la década de los noventa y, de manera especial, en el contexto vallecaucano, desde 1999, con la puesta en marcha de una opción educativa llamada integración escolar a la secundaria con intérprete2. Este proceso, consecuente con una concepción socio-antropológica de la sordera y la persona sorda 3, enfrentó a las instituciones educativas a una situación que nunca habían considerado en su historia escolar: recibir en grado sexto a los estudiantes Sordos bilingües, seguramente sin comprender la particularidad de su bilingüismo, para adherirlos a su currículo monolingüe diseñado exclusivamente.