Resumen en español

Metales como Plomo, Cobre, Arsénico, Cadmio, Mercurio y Zinc, son comunes en zonas industrializadas del norte de Chile, siendo indicados de varias formas en diferentes normativas nacionales, sin embargo; en otras solo se establece de manera muy general (RSA Nº 977 de 1996), aun cuando pueden generar alteraciones a la salud humana y también a los animales si se acumulan en concentraciones lo suficientemente altas en los tejidos (Gardner y Oberdorster 2006; Kinney et al., 2008). Si bien diversos metales participan en diferentes procesos metabólicos, un aumento de sus concentraciones puede resultar en efectos tóxicos para las comunidades de organismos marinos y, eventualmente, para la población humana (Moore y Ramamoorthy, 1984). Es por ello que no solo se hace necesario evaluar, sino proponer alternativas de monitoreo que vayan en beneficio de predicciones ambientales para la ciudad. Una de ellas es la monitorización, la cual en términos genéricos es el seguimiento en los cambios producidos en las condiciones ambientales, siendo un ente de sinergia la ciencia aplicada, quien está obligada a proponer alternativas para determinar, cuantificar y predecir acerca de situaciones que pudiesen generar alteraciones al medio y que afecten al hombre. Una de las formas de monitorizar es la biomonitorización, la cual se define como el uso de organismos in situ para identificar y cuantificar un ecosistema (vigilancia biológica). Los cuales pueden ser conocidos como bioindicadores y bioacumuladores una vez que se establece la relación cuantitativa entre las concentraciones de los contaminantes y sus efectos biológicos.