Los cambios y permanencias de los rasgos de identidad cultural de los corteros de caña de azúcar que han sido reubicados laboralmente, que se manifiestan en sus interacciones íntimas y cotidianas, tienen lugar en el trance de ser corteros de caña ¿hombres machete en mano¿ a ser reubicados, es decir, corteros de caña que ya no pueden cortar porque su condición de salud no se los permite. Esta travesía implica para ellos confrontaciones con su legado histórico del cual no son necesariamente conscientes1, pero que ha esculpido rasgos de identidad cultural como su masculinidad hegemónica, la cual se pone en cuestión con la pérdida de algunas de sus capacidades físicas; en este sentido, enfrentar además de su nuevo rol laboral, su papel en la familia y grupo de pares, implica hacer duelo a una pérdida intangible que entrecruza sus rasgos de identidad cultural, es decir, moviliza lo que lo ha construido como cortero de caña. No se trata solo de una etiqueta que se quita con el cambio de labor, ser cortero de caña está arraigado en su construcción como ser social, es parte de su identidad cultural.